Saber expresarse correctamente en una entrevista laboral es clave para llamar la atención del reclutador. Y, no decir ciertas cosas, también puede sumar varios puntos.

Por eso, en Cinco Valijas te vamos a contar las frases que nunca deberías decir.

“No tengo debilidades”. Decir esto puede interpretarse como falta de autoconocimiento y sinceridad: todas las personas debemos ser conscientes de nuestros errores. Por eso, además de ser transparente y mencionar tus debilidades (es importante darle un enfoque positivo al rasgo negativo para que impacte mejor), otra buena forma de complementar la consulta es compartir los desafíos profesionales que has experimentado y cómo los superaste, o mencionar las viejas debilidades que convertiste en fortalezas.

“Odiaba a mi último jefe”. Quejarse de empleadores anteriores es una señal de alarma. Por eso, en su lugar, se recomienda hablar -con tranquilidad- sobre los aprendizajes en comunicación, trabajo de equipo y cómo tu anterior experiencia puede ayudarte a tener éxito en este nuevo puesto. Aunque hayas tenido malas experiencias previas, evitá hablar mal de las personas, porque eso denota actitudes negativas y abre la puerta a que en un futuro puedas criticar a la nueva empresa.

“No sé”. Si bien la honestidad es clave, en vez de decir “no sé”, es mejor expresar interés en explorar temas, herramientas y áreas desconocidas. Hacer preguntas e informarse sobre los retos que existirán en la empresa y sobre el papel a desempeñar es una buena forma de mostrar que tenés iniciativa y fuerza de voluntad para aprender.

“¿Cuándo empiezo a cobrar?” Si bien es importante discutir la compensación, el momento y la manera de hacerlo son claves. Nunca discutas sobre dinero en la primera entrevista, a menos que el entrevistador ponga el tema en la conversación. Si no ocurre en la primera, seguramente sea en la segunda o en la que le sigue. Primero hay que recibir el interés y la propuesta del cargo antes de discutir los beneficios que trae consigo. Si mencionás muy rápido la propuesta económica, probablemente no le caiga bien al reclutador.

No sólo tenemos que estar atentos a no cometer errores nosotros, sino también a identificar las señales de alarma que pueden llegar a venir del propio entrevistador: si las interpretamos, estas “red flags” (banderas rojas) nos pueden avisar a tiempo que es mejor dejar la oferta y aguardar por una mejor.

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Familia Llorens

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