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Consume aceite de oliva: el ácido oleico que contiene el aceite de oliva mejora la función del páncreas y aumenta la absorción de minerales. Además, su consumo habitual reduce la acidez de estómago. El aceite de oliva contiene además beneficios que se extienden a la totalidad de tu cuerpo: dos cucharadas aportan el 60% de la vitamina E diaria recomendada y posee efecto antiinflamatorio.
Incorpora fibra: la fibra vegetal, y sobre todo la insoluble, retiene agua en la porción final del intestino grueso. Esto hace que el proceso de defecación sea más simple. La cantidad de fibra recomendada por día es de aproximadamente 30 gramos.
Consume cada día cinco porciones de frutas y verduras: las frutas y verduras aportan agua, fibra, vitaminas y minerales al organismo y se constituyen como una de las fuentes principales de antioxidantes que el cuerpo humano puede incorporar.
Visita a tu médico: mantener un chequeo anual de tu sistema digestivo es uno de los pilares fundamentales para prevenir enfermedades, sobre todo, a medida que los años pasan. Si detectas algún cambio o malestar en tu aparato digestivo, un chequeo completo incluirá una endoscopía que permitirá detectar cualquier cambio inesperado y actuar en consecuencia para mantener el equilibrio en tu cuerpo y la salud.
Bebe suficiente agua: es importante que tomes de 1.5 a 2 litros de agua por día. El agua es vital para nuestro organismo en el proceso de hidratación, además de facilitar la digestión y prevenir el estreñimiento.
Modera la ingesta de alimentos grasos: la manteca, crema, tocino y carnes grasas en general no son un buen aliado en tu dieta, ya que provocan una digestión pesada. Opta por aceites vegetales como oliva y girasol y evita la manteca y margarina para acompañar tus desayunos y almuerzos.
Prepara tus alimentos de manera sencilla: esta es una manera de proteger tu sistema digestivo. Esto incluye evitar el frito a la hora de cocinar y optar por los métodos de cocción al vapor, a la plancha o hervido. Otro consejo es evitar los picantes y condimentos fuertes, que sólo contribuyen a irritar el sistema digestivo. Recuerda reducir al mínimo el consumo de productos procesados y trata de cocinar en casa la mayor cantidad de veces posible.
Evita las comidas abundantes: distribuye la ingesta total de alimentos en cinco comidas diarias: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena. De esta manera evitarás los atracones y las digestiones pesadas.
Controla los gases: mastica despacio los alimentos para evitar incorporar aire de manera innecesaria. Recuerda que masticar chicle y beber con sorbete contribuyen a la ingesta de aire, así que limita al mínimo su uso. También es importante eliminar, o al menos reducir las bebidas carbonatadas que además aumentan la distensión abdominal.
Finalmente, haz ejercicio: el ejercicio es beneficioso para todos los aspectos de nuestra salud, y esto incluye el sistema digestivo. El simple hecho de caminar favorece la movilidad intestinal.
Mantener a punto nuestro sistema digestivo no es tarea difícil. Sólo implica ser conscientes de lo que comemos, cómo lo comemos y qué hábitos simples podemos sumar para que nuestra salud se mantenga a un nivel óptimo.